Carta de suicidio

«No hay más que un problema filosófico 
verdaderamente serioel suicidio
Juzgar si la vida vale o no vale la pena 
de vivirla  es responder a la pregunta 
fundamental de la filosofía»
A. Camus


Carta de suicidio.


Dedicado para: mí,  los demás, el mundo, y el tiempo.

¿Por qué considerar el suicidio como una salida cobarde? En un mundo plagado de injusticias, corrupción, indiferencia y dolor y más asquerosidades causadas por la humanidad, la salida más inteligente puede ser suicidarse; decirse «hoy quiero vivir», puede significar intentar suicidarse fallidamente cada día. Y llega el momento en el cual, aunque la mente diga quiero vivir, el cuerpo dirá: no aguanto más, quiero morir y descansar en paz. Y éste cede, debilitado pero feliz, pues se encuentra con la muerte, y la muerte es el tiempo.
¿Por qué no nos suicidamos cuando estemos felices?, así no pensaremos tanto en la aterradora muerte. ¿Por qué suicidarnos cuando estamos deprimidos, si así, sólo conseguimos vivir nuestras últimas instancias abrazados por el miedo?
Está sonando una canción apocalíptica, cuyas melodías parecen revelarme el principal sentido de la vida, pero yo, lamentablemente, no puedo entender el idioma de la revelación. Hace sol, las casas que veo por la ventana parecen color naranja, la calle está vacía. Sólo está el tedioso ruido de esta contaminada y sucia ciudad. Recuerdo gente, recuerdos sus gustos y sus caras, y pienso qué sería de sus vidas sin mí, me pregunto qué sería del mundo sin mí, y por lo que puedo razonar, no cambiará mucho, porque en el presente en que estoy, soy alguien para pocos y nadie para el mundo. Hoy, en este momento, estoy pensando, como muchos lo han hecho ya, en el suicidio.
¿Por qué considerar el suicidio algo malo?, ¿no es peor una vida nada digna y dolorosa? El suicidio no es la salida fácil, como se piensa, hay que ser valiente para decirle que no, a la única oportunidad que se le presentará al alma, por toda la eternidad, desde siempre y para siempre: vivir.
La vida puede que sea un regalo que nos dio la muerte, ella nos ha dejado salir un rato a la existencia. Pero tarde o temprano tenemos que volver con ella.
¿Hay que considerar que es menos doloroso un suicidio instantáneo que una vida de sufrimiento? Puede que sí, puede que no. La muerte puede que no sea el fin del sufrimiento y por tanto el inicio de la felicidad, puede que sólo sea eso: fin del sufrimiento. Y eso es lo que muchos desean.
Pero no. Simplemente yo no me quiero suicidar porque soy muy cobarde y me aterra saber que algún día existiré (en la nada, y absolutamente solo) o no existiré; y también, porque estoy muy feliz, porque no estoy solo en esa existencia, sino que hay otros conmigo, que aunque su boca no lo diga, sus miradas me dicen «te necesito aquí, conmigo». Esas miradas ocupan más espacio en mis recuerdos, que mis pensamiento sobre la muerte. Porque esas personas no están entre la razones primordiales para vivir; ellos son la razón para vivir.
Pero si leyeron esto no de desilusionen, porque al momento de escribir esta carta, pensé en qué es el suicidio, y por tanto, pensé en la muerte; al pensar en la muerte nos suicidamos en parte, pues nos olvidamos por algunos momentos preguntarnos de dos más cosas importantes: primero, qué es vivir; segundo, darnos cuenta que estamos vivos.

Río

Río.

(Un escrito propio, algo viejo. Y como se puede notar, con errores; poesía aficionada. Aun así, es un poema escrito con honestidad y algo de dolor y confusión)

 

 

... Y mis deseos ahora están flotando.
Los he dejado en una balsa.
Remaré hasta dejarlos,
donde no sean alterados.

Brota de la tierra el niño verde.
Muerdo mis labios hasta que sangren.
El río se tiñe rojizo;
su sabor es enfermizo.

Son aguas turbulentas que me agitan.
Es un líquido cristalino que me ahoga.
Mis pulmones repletos de agua.
Mis pupilas dilatadas con el estruendo.

Me duelen los ojos al abrirlos.
Y veo todo difuminado.
El ardor es inevitable.
No quiero saber nada más.
de esto tan inefable.

Logré encontrar oro en éste río salvaje.
Lo arrojé al vacío, y así, nunca más me distraje.
Los caminos de soledad decidí tomar.
A la humanidad he decidido abandonar.

«Afterglow»

Afterglow

Siempre es conmovedor el ocaso
por indigente o charro que sea,
pero más conmovedor todavía
es aquel brillo desesperado y final
que herrumbra la llanura
cuando el sol último se ha hundido.
Nos duele sostener esa luz tirante y distinta,
esa alucinación que impone al espacio
el unánime miedo de la sombra
y que cesa de golpe
cuando notamos su falsía,
como cesan los sueños
cuando sabemos que soñamos.

Jorge Luis Borges. 

Frase

«Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón.
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos».

Alejandra Pizarnik.